Alan González: “Algunas pacientes piensan que hay prótesis de por vida”
Es uno de los cirujanos plásticos más reconocidos de América Latina. En sus más de 23 años de carrera profesional ha completado más de 18,000 procedimientos exitosos. Ayudó a más de 400 mujeres que, en algún momento de la vida, fueron víctimas de abusadores que quemaron sus rostros con ácido, un crimen terrible que se popularizó en Colombia hace algunos años y que dejó terribles secuelas.
Alan González atiende a sus pacientes con procedimientos que lo han hecho famoso: levantamiento de senos, estiramientos faciales, rinoplastias, abdominoplastia, lipoescultura y explantación mamaria. Pero en años recientes, muchos de sus pacientes van en busca de algo en común: la extracción de implantes mamarios, un procedimiento que se popularizó. Su filosofía es que “los tratamientos cosméticos son un cambio de vida, un compromiso con el desarrollo personal y una herramienta para el éxito”.
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Latinas Reales: Háblenos un poco de esa parte de su vida en que ayudó a las mujeres cuyos rostros fueron quedamos con ácido.
LR: Las mujeres siguen anhelando operarse los senos para verse mejor. Sin embargo, ahora se habla de explantación mamaria. ¿Por qué ha cobrado tanta importancia este tema?
AG: Hace algunos años nos dimos cuenta de que con el paso del tiempo las pacientes empezaron a presentar síntomas inexplicables que afectaban su calidad de vida: dolores articulares y musculares, fatiga crónica… Los llamamos ‘síntomas sistémicos asociados a los implantes’. Empezamos a retirarles los implantes y fuimos viendo mejoría.
LR: ¿Es decir que, tarde o temprano, todas las mujeres que se han colocado prótesis mamarias tendrían que buscar a un cirujano y someterse a una explantación?
AG: El implante es un material externo al organismo que tiene un desgaste, tanto en su contenido como en su cubierta. Por recomendación de la FDA (Food and Drugs Administration) se recomienda cambiarlos cada 10 años, algo que ha sido así desde siempre, lo que pasa es que algunas pacientes pensaban que había prótesis de por vida, y eso no es así. Siempre hay que estarlas cambiando por el proceso de desgaste.
LR: ¿Qué sucede cuando se retiran los implantes?
AG: Se produce una deformidad mamaria, lo que hace necesario una reconstrucción que algunos médicos dejan como secundaria, algo que respeto, pero yo prefiero hacerlo de inmediato para tratar de reducir la afectación psicológica de cada persona y sus familias al ver la apariencia de un seno deformado o con pérdida de proyección. Esto quiere decir que se puede lograr la explantación con buenos resultados anatómicos y dejando una cicatriz mínima alrededor de la areola y no en forma de T.
LR: Lo novedoso es que ahora hay técnicas que permiten retirarse las prótesis sin necesidad de volver a colocarse otras… Háblenos de esto.
AG:Sí, hoy existen nuevas técnicas de cirugía sin implantes, como la BRAR (Breast Reconstruction Anatomical Reduction) que permiten quitar el implante y rotar el tejido de tal manera que se recomponga el escote, se mejore la proyección superior, que la cicatriz sea solamente en forma de L y que se reduzca el gordito de la zona axilar; todo esto sin alterar la talla deseada o disminuirla, según sea el caso. Esto le permite a la paciente, entre otros beneficios, mirarse al espejo y sentir la tranquilidad de que las cicatrices con el paso del tiempo sean muy poco perceptibles.
LR: Muchas mujeres buscan acceder a los servicios de cirugía plástica buscando el menor precio posible en el mercado. ¿Qué consecuencias puede traer esto?
AG: Yo creo que las decisiones con respecto a cirugías plásticas no se deben basar en lo económico, sino en el conocimiento, la experiencia y en alcanzar las expectativas, a partir de las técnicas quirúrgicas que el especialista y la tecnología puedan brindarle a cada paciente. Es clarísimo que los costos en el primer mundo son mucho más elevados en este tipo de procedimientos, pero eso no significa que cuando tú te operes en un país como Colombia, tenga que costar demasiado menos. Está claro que es un poco más barato, pero también es claro que el costo va a estar acorde a muchos factores asociados: el tipo de clínica donde te operes, la cantidad de personas que el cirujano tenga alrededor para un buen postoperatorio, la experiencia del especialista, la cantidad de casos exitosos que tenga, si se trata de una cirugía primaria o secundaria, etc… Recordemos que cada cirugía fallida provoca que los costos de una nueva cirugía reconstructiva sean más altos, y que las posibilidades de alcanzar el resultado soñado se aleje. Es una decisión que se toma con criterio y no con el bolsillo.
LR: ¿Qué les recomienda a las mujeres que ven en Colombia el destino preferido para este tipo de procedimientos?
AG: Pienso que Colombia es un lugar ideal para este tipo de intervenciones quirúrgicas, porque los cirujanos colombianos hemos ido alcanzando cada vez más reconocimiento a nivel mundial con respecto a los conocimientos y tecnologías que manejamos y, por supuesto, al respeto de los rasgos, la proporcionalidad y la armonía de cada cuerpo, tanto en mujeres como en hombres. Es decir, somos profesionales con mucha experiencia y con una visión de belleza universal.
LR: ¿Cuál diría usted que ha sido el momento o la experiencia que mayores satisfacciones le ha brindado su profesión a lo largo de todos estos años?
AG: Para mí, está claro que esta especialidad es la que cumple en mi vida todas las expectativas. Porque me permite no solo transformar las vidas de las personas a partir de ese don que Dios me dio, y las tecnologías y técnicas que empleo, sino que me permite ver los cambios en la calidad de vida de cada paciente. Ha habido momentos en que alguien me pregunta: ‘Doctor, ¿usted no se cansa de hacer esto?’. Y yo respondo que es imposible que las personas se cansen haciendo lo que aman hacer. Mi profesión me trae cada vez más felicidad, más tranquilidad y, sobre todo, alimenta mi espíritu para seguir dando lo mejor de mí, junto a mi equipo de trabajo, en pro del beneficio de tantas personas. Y, obviamente, con el respaldo de mi familia, mi esposa y mis hijos, que comprenden que el tiempo que muchas veces podría dedicarle a ellos debo dedicarlo también a la ciencia y al estudio.